martes, 14 de agosto de 2012

Globalizando Amor



Con ella he vivido en mi mente, hemos pasado tardes en la playa, miramos películas que nos identificaban, hasta creamos un pequeño pueblo, con una estatua en medio de la plaza principal, vivíamos cantando “Us” aunque la voz no nos ayudaba.
Muchas veces ciudades nos querían invadir, pero sin llegar a la guerra las lográbamos evadir. Éramos nómades, nómades del amor, no nos interesaba nada más que mantener vivos los pétalos de una flor. Cada minuto juntos era verde, no necesitábamos nada más que un suéter, que nos abrigara por si hacía frío, y el abrazo mutuo mientras caminábamos cerca del río.
 
Poco a poco el pueblo se volvió ciudad, mucha gente la empezó a poblar, lo que conocíamos como árbol ahora es un edificio, ese tono gris convirtió a nuestra relación en algo sin sentido. Tuvimos que alejarnos, la ciudad empezó a cruzarnos con diferentes y nuevos vecinos, con los que compartíamos más o iguales sentimientos que los que habíamos vivido.
Ahora cada vez que salgo de mi casa deseo encontrarte, cruzarte, para poder saludarte. Lo único que me da esperanza es la estatua que sigue en pie, y al lado de ella la flor que marchité.