
Se dirige hacia mí, cada segundo se hacía una hora, una mueca de timidez le salió de su boca, su cara lo decía todo pero ella no pronunciaba nada.
Así fue como mis cuerdas vocales se encendieron, haciéndole caso al corazón pronunciaron mi presentación. Su respuesta fue parecida, dando a entender que en algo coincidía. Vos seguiste tu camino, y yo el mío, pero en mi retina quedó el tono del Sol en tu cara.