Tranquila,
así la veía, en su mundo de fantasía, paso a paso, firme, sin dudar de lo que
venía, sus auriculares eran su fuente de inspiración, y su alma el motor de su
impulsión. Roja como el sol, de la cabeza hasta la cintura, su figura en
miniatura demostraba ternura.
Se dirige hacia mí, cada segundo se hacía una hora, una mueca de timidez le
salió de su boca, su cara lo decía todo pero ella no pronunciaba nada.
Así fue como mis cuerdas vocales se encendieron, haciéndole caso al corazón
pronunciaron mi presentación. Su respuesta fue parecida, dando a entender que en algo coincidía. Vos seguiste tu camino, y yo el mío, pero en mi retina quedó el tono del Sol en tu cara.