Empieza con un “Hola”, sigue con un “¿Cómo estás?” y un poco
de palabras más. Más adelante el “Hola” se convierte en un apodo, el “¿Cómo
estás?” en alguna noticia que contar con la cual comienza una charla infinita.
Alegrías, tristezas, angustias, euforias, es como ir a un
supermercado de sentimientos con el carro más grande que encuentres, aunque
generalmente preferís comprar dos paquetes de felicidad y medio de tristeza.
Por alguna razón, el apodo vuelve al “Hola”, la noticia al “¿Cómo
estás?” y la charla infinita a pocas palabras, es como si fuese un ciclo, una
rueda, pero que aparentemente no volverá a girar, llegó a su destino.
El supermercado cerró, no hay nada que hacer, uno decidió
que esto pasara, al otro le costó pero asentó. Ahora el primero se arrepiente,
pero el supermercado está demolido.